sábado, 14 de abril de 2012

Hay que saber decir NO.


Bueno, siguiendo con lo escrito en mi último post, he podido decir finalmente NO. Nada fácil, pero me llene de valor o más bien de dolor, que también sirve de impulso, y le escribí para decirle que hasta aquí llegaba la cosa, a lo que fuera que sea que tuviéramos. Como lo supuse, nunca me contestó, nunca lo hará, no le interesa.



Nada fácil, como dije, fue un huracán de sentimientos. Primero vino la tranquilidad del deber cumplido, de hacer lo correcto, fue una descarga poderle decir lo que creía. Sin duda algo un poco cursi, pero que importa, ya está, ya lo dije, ya lo hice, y no me interesa lo que piense. Como decía, el huracán de sentimientos hizo que al minuto estuviera lamentándome de lo hecho, porque sé que no volveré a saber de él, nunca más me buscará, es una cura dolorosa, pero al final cura, y espero definitiva. Sufrí ansiedad, temor, y la sensación de no poder continuar sin tener su presencia en mi vida, por lo que pensé en la posibilidad de escribirle y decirle que nos viéramos, que continuáramos con otras condiciones. Afortunadamente no lo hice, solo fue etapa de la locura que ha sido sentir algo por este hombre.



Pero ante esto, me pregunte varias veces, bueno... acaso ¿Qué hizo él para tenerme?, ¿para que yo decidiera estar con él?, ¿Qué pierdo? la repuesta, simple: nada, no hizo nada y no pierdo nada. Las razones por la que lo extraño son incomprensibles, quizá la soledad que siempre me ha rodeado hizo que la atención que venía por fin de alguien que me gustaba, generara una gran ilusión en mi. Sentirme correspondida finalmente por ese ser maravilloso, me hizo saltar el corazón, erizar la piel, sonreír sin control y abandonarme a mis deseos. Que linda sensación. ¡Fue eso!, definitivamente, la sensación de la atracción y sin duda sentirme importante para él, me hicieron sentir enamorada y soñar con la posibilidad de una relación intensa. Y claro, así como de intenso fue el sentimiento, fue intensa la desilusión que sentí día a día cuando nos veíamos, cuando me sentía usada, cuando el tomaba lo que quería y simplemente daba la espalda y como estocada final, su compromiso con otra persona y ver como con el pasar de los días esa relación se torna más importante.



No compartimos muchos momentos, siempre nos veíamos en la misma situación, no habían cosas nuevas que conocer juntos, aún así disfrutaba de su presencia, para mí, el mayor de los regalos. Sin embargo, su frialdad generó en mí una inseguridad absoluta, de manera que empecé a ser indiferente a su dolor, a decirle de frente cosas muy duras, a ser fría como él, a encontrar sus puntos débiles para atacarlo. Y si que encontré puntos débiles, soy buena para eso, sin duda. Pero me equivoque al pensar que conociendo sus debilidades yo podía salvarlo de ellas, y que al ser su salvadora, estaría conmigo. Que tonta, quien me creí para hacer eso, radicalmente ahí me equivoque.



Su frialdad generó otra cosa en mi, mi reticencia a ser cariñosa con él, a decirle cosas lindas, a consentirlo, a darle lo mejor. Empecé a volverme como él, a dar la espalda, a sufrir en silencio, tragándome las ganas de abrazarlo, de decirle un te quiero, pero es que era tan duro cuando intentaba algo y su respuesta era un no o un eterno silencio de quien no quiere ningún compromiso, ese rechazo que es como un muro de mil metros, infranqueable que me dejaba sin aliento.



La decisión de no seguir más con él estuvo siempre a la orden del día, con cada día que nos veíamos, juraba no regresar, y a no volver a verme con él. Esa decisión solo la tome cuando supe de su noviazgo, definitivamente ver su felicidad con otra persona, me lleno de dolor para decidir no verlo más. Qué triste suena eso, que la felicidad de otro sea tu tristeza.



Un pensamiento al respecto, ha rondado en mi cabeza durante estos días y me ha dado mucha paz. Cuando supe de su relación, una de las primeras cosas que pensé era si él se portaba de manera diferente con ella a como se portaba conmigo, si él era cariñoso y especial, si la hacía feliz. Muchas personas a mi alrededor me contestaron esa dudas, afirmando que el no iba a cambiar, y que en suma la relación con ella no era lo que parecía, que no era todo felicidad y que seguramente le hacía los desplantes, tan solo con el hecho de saber que le era infiel ya de por si auguraba una mala relación entre ellos. Sin embargo, he visto algunas fotos de ellos, y no parece tal, pareciera que el esta involucrándose cada día más y que cada uno se siente pleno con el otro.



Así que llego a mi esta respuesta en forma de pregunta: ¿Que me hace pensar que esa mujer no se merece la felicidad que le da el hombre amado por mi? Ella merece ser tan feliz, como yo y como él. Se trata ahora de ella y no de él, ¿por qué no puede ser él, el motivo de la felicidad de ella?, claro que lo es, y eso se refleja en sus fotos, ella siempre sonríe, ella se ve feliz. Este sin duda ha sido uno de los pensamientos que más calma le han traído a mi corazón, obvio me duele saber que no me quiere, pero debo dejar de ilusionarme pensando en que el no la quiere, mi felicidad no puede estar atada a la infelicidad de otro, eso es una ilusión, una trampa que me pone la razón, el si la quiere y ella es feliz, el es su motivo de felicidad y mi felicidad no tiene por que depender de ello.



Hoy me siento mejor, con la seguridad que esto será un periódico de ayer, y con la esperanza que a mi vida llegarán cosas nuevas, nuevas personas y nuevos amores, uno real, uno que me deje el corazón lleno y que cuando llegue su final, hayan razones reales para extrañarlo, o para volver con el, o para seguirlo queriendo, o para sonreír con el recuerdo, para mil cosas bellas.

1 comentario:

  1. Soy yo, Inocente Palomita, haciendome un comentario a mi entrada. Merece un comentario de su creadora porque ¡que alimentadora ha sido para mi!. La leo increiblemente casi un año desde que la escribó. La leo desde la distancia de 365 días que han sanado mi corazon, dejandolo fortalecido, sin cicatrices, rosagante y empoderado. Ya no queda ni siquiera el recuerdo malo de esos días, me encuentro feliz por ver desde la orilla cuanto he crecido, cuanta capacidad tengo de amar, que es igual de grande a la que tengo por perdonar. Para adelantar algo, porque vale la pena escribir una entrada por tan magno evento, me he reencontrado con el objeto de mi apego y pude despegarme, así no más, sin dolor ni sufirmiento, solo con agradecimiento por haber aprendido tanto de él. Y como las palabras son poderosas, todo lo escrito en el último párrafo fue una premonicion, una sentencia, ha ocurrido así tan cual como esta escrito, me enamore, ame, y aunque ahora no estoy con él, puedo gritar y cantar que tuve un amor real, uno que me dejo el corazón lleno, y cuando llego su final, me dejo razones para extrañarlo, para volver con el, para seguirlo queriendo y para sonreir con su recuerdo, para estas y mil cosas bellas. Que feliz estoy.

    ResponderEliminar