Bueno, siguiendo con lo escrito en mi último
post, he podido decir finalmente NO. Nada fácil, pero me llene de valor o más
bien de dolor, que también sirve de impulso, y le escribí para decirle que
hasta aquí llegaba la cosa, a lo que fuera que sea que tuviéramos. Como lo
supuse, nunca me contestó, nunca lo hará, no le interesa.
Nada fácil, como dije, fue un huracán de
sentimientos. Primero vino la tranquilidad del deber cumplido, de hacer lo
correcto, fue una descarga poderle decir lo que creía. Sin duda algo un poco
cursi, pero que importa, ya está, ya lo dije, ya lo hice, y no me interesa lo
que piense. Como decía, el huracán de sentimientos hizo que al minuto estuviera
lamentándome de lo hecho, porque sé que no volveré a saber de él, nunca más me
buscará, es una cura dolorosa, pero al final cura, y espero definitiva. Sufrí ansiedad,
temor, y la sensación de no poder continuar sin tener su presencia en mi vida,
por lo que pensé en la posibilidad de escribirle y decirle que nos viéramos,
que continuáramos con otras condiciones. Afortunadamente no lo hice, solo fue
etapa de la locura que ha sido sentir algo por este hombre.
Pero ante esto, me pregunte varias veces,
bueno... acaso ¿Qué hizo él para tenerme?, ¿para que yo decidiera estar con él?,
¿Qué pierdo? la repuesta, simple: nada, no hizo nada y no pierdo nada. Las
razones por la que lo extraño son incomprensibles, quizá la soledad que siempre
me ha rodeado hizo que la atención que venía por fin de alguien que me
gustaba, generara una gran ilusión en mi. Sentirme correspondida finalmente por
ese ser maravilloso, me hizo saltar el corazón, erizar la piel, sonreír sin
control y abandonarme a mis deseos. Que linda sensación. ¡Fue eso!,
definitivamente, la sensación de la atracción y sin duda sentirme importante
para él, me hicieron sentir enamorada y soñar con la posibilidad de una
relación intensa. Y claro, así como de intenso fue el sentimiento, fue intensa
la desilusión que sentí día a día cuando nos veíamos, cuando me sentía usada,
cuando el tomaba lo que quería y simplemente daba la espalda y como estocada
final, su compromiso con otra persona y ver como con el pasar de los días esa
relación se torna más importante.
No compartimos muchos momentos, siempre nos
veíamos en la misma situación, no habían cosas nuevas que conocer juntos, aún
así disfrutaba de su presencia, para mí, el mayor de los regalos. Sin
embargo, su frialdad generó en mí una inseguridad absoluta, de manera que
empecé a ser indiferente a su dolor, a decirle de frente cosas muy duras, a ser
fría como él, a encontrar sus puntos débiles para atacarlo. Y si que encontré
puntos débiles, soy buena para eso, sin duda. Pero me equivoque al pensar que
conociendo sus debilidades yo podía salvarlo de ellas, y que al ser su
salvadora, estaría conmigo. Que tonta, quien me creí para hacer eso,
radicalmente ahí me equivoque.
Su frialdad generó otra cosa en mi, mi reticencia
a ser cariñosa con él, a decirle cosas lindas, a consentirlo, a darle lo mejor.
Empecé a volverme como él, a dar la espalda, a sufrir en silencio,
tragándome las ganas de abrazarlo, de decirle un te quiero, pero es que era tan
duro cuando intentaba algo y su respuesta era un no o un eterno silencio de
quien no quiere ningún compromiso, ese rechazo que es como un muro de mil
metros, infranqueable que me dejaba sin aliento.
La decisión de no seguir más con él estuvo
siempre a la orden del día, con cada día que nos veíamos, juraba no regresar, y
a no volver a verme con él. Esa decisión solo la tome cuando supe de su
noviazgo, definitivamente ver su felicidad con otra persona, me lleno de dolor
para decidir no verlo más. Qué triste suena eso, que la felicidad de otro sea
tu tristeza.
Un pensamiento al respecto, ha rondado en mi
cabeza durante estos días y me ha dado mucha paz. Cuando supe de su relación,
una de las primeras cosas que pensé era si él se portaba de manera diferente
con ella a como se portaba conmigo, si él era cariñoso y especial, si la hacía
feliz. Muchas personas a mi alrededor me contestaron esa dudas, afirmando que
el no iba a cambiar, y que en suma la relación con ella no era lo que
parecía, que no era todo felicidad y que seguramente le hacía los desplantes,
tan solo con el hecho de saber que le era infiel ya de por si auguraba una mala
relación entre ellos. Sin embargo, he visto algunas fotos de ellos, y no parece
tal, pareciera que el esta involucrándose cada día más y que cada uno se siente
pleno con el otro.
Así que llego a mi esta respuesta en forma
de pregunta: ¿Que me hace pensar que esa mujer no se merece la felicidad que le
da el hombre amado por mi? Ella merece ser tan feliz, como yo y como él. Se
trata ahora de ella y no de él, ¿por qué no puede ser él, el motivo de la
felicidad de ella?, claro que lo es, y eso se refleja en sus fotos, ella
siempre sonríe, ella se ve feliz. Este sin duda ha sido uno de los pensamientos
que más calma le han traído a mi corazón, obvio me duele saber que no me
quiere, pero debo dejar de ilusionarme pensando en que el no la quiere, mi
felicidad no puede estar atada a la infelicidad de otro, eso es una ilusión,
una trampa que me pone la razón, el si la quiere y ella es feliz, el es su
motivo de felicidad y mi felicidad no tiene por que depender de ello.
Hoy me siento mejor, con la seguridad que esto
será un periódico de ayer, y con la esperanza que a mi vida llegarán cosas
nuevas, nuevas personas y nuevos amores, uno real, uno que me deje el corazón
lleno y que cuando llegue su final, hayan razones reales para extrañarlo, o
para volver con el, o para seguirlo queriendo, o para sonreír con el recuerdo,
para mil cosas bellas.